miércoles, 22 de octubre de 2008

Que bonitos los recuerdos.


Este fin de semana mirando fotografías de mis abuelos, me di cuenta de la realidad del tiempo. Nuestra vida se asemeja a la de las tortugas, por su longevidad. Esa sensación me causó. Cuantas fotos de cuando tuvieron hijos y cuantas muchísimas más de cuando se jubilaron. A mayor edad más fotografías para poder recordar sus años de vejez. Entre todas las fotos solo hay una o dos de cada uno de ellos de cuando eran niños, y ninguna de cuando nacieron o tenían meses.
Mis abuelos cuando miraban las fotos se veían a ellos mismos y veían como se hacían mayores de una forma progresiva a partir de que tuvieron el segundo hijo.
Pero.. ¿Y su infancia? ¿Y su juventud? No hay imágenes de sus primeros pasos ni de sus amigos de la infancia, ni de sus primeros cumpleaños e imposible de escuchar sus voces grabadas en un magnetófono o cualquier otro aparato.
Uno, cuando no se ve en una imagen de su infancia o juventud es más difícil de acordarse de pequeños momentos y detalles, a no ser que tengas una memoria de elefante. Que algunos abuelos la tienen.
Los que nacimos en los 60’s o 70’s nuestra infancia la podemos observar de una forma más o menos progresiva y nuestra juventud bastante definida. Tenemos muchísima más información de nuestra infancia y de nuestra juventud muchas veces momentos y de talles que si no fuera por el ojo de una cámara se olvidarían sin causar ningún estrago.
A la que salieron las primeras cámaras digitales mucha gente empezó a congelar momentos de la vida que antes a uno ni se le pasaba por la cabeza, ya que el señor revelador te pegaba un collejonazo de pasta si te pasabas de cantidad. Era genial. Escogías el papel, el tamaño, sin marco o con marco… Y luego pasabas a recoger los negativos y te mirabas en un pim pam todas las fotos, y en ese momento te podías sentir un poco artista o bastante capullo, solo había estas dos opciones.
La generación digital, tiene toda la información de su vida. Solo nacer un pequeño ojo los observa y cada movimiento es archivado en una pequeña memoria de casi infinita capacidad. Posteriormente a medida que van creciendo, más y más carpetas en los discos duros de los ordenadores de sus padres, invaden espacio y se compran discos duros externos para seguir almacenando más, más y más información.
Estos niños cuando se hagan mayores, pasen por su madurez hasta llegar a la edad de la Tarjeta Dorada de RENFE, tendrán millones y millones de fotos de toda su vida.
Y cuando sus nietos miren las fotos de sus abuelos, como hago yo con las de mis abuelos, casi, casi podrán llegar a vivir las vidas de sus abuelos en primera persona.
Pero…
¿Y estos abuelos? ¿Les será muy difícil aceptar su vejez?
Podrán retroceder al pasado en un clic de Mouse, y cuanto más recuerdas mas añoras.

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