lunes, 18 de febrero de 2008

Antidepresivo


Todos nos creemos muy duros y que nada nos afecta. Hasta que un buen día la confianza en nosotros mismos desaparece y nos sentimos desnudos ante la vida, creemos que no hay rumbo y que el camino a su fin no hay nada. Todo da vértigo y la soledad se apodera de la mente hasta sentirse un demente. Te vuelves enano y todos quieren pisarte, aunque también esta bien, por que ves las suelas de los zapatos y ves las cosas desde otro punto de vista, un poco mas sucio pero no menos interesante. Claro está que las cosas se pueden ver de muchas maneras, y una de las mejores formas es desde abajo, si hace falta uno tiene que hacer un buen pozo en su jardín, en su plaza o en si mismo para ver aquel famoso punto de luz a lo lejos, hacia el cual te tienes que dirigir. Pero antes de tomar rumbo hacia el punto, observemos y dialogemos con los piedras de las profundidades ya que ellas saben mucho.
Había un ilustre e iluminado psiquiatra llamado Doctor José Díaz Epan que impulsaba la teoría de que los problemas hay que evitarlos, pero si ya están, entonces hay que esquivarlos.
Y el tío se quedó tan pancho.
¡Claro! ¡Esquívalos! ¡Tranquilo no hay problema,! Mira, si vuelven por detrás, a lo mejor los ves a venir con el ojo del culo y a lo mejor, con suerte, se te meten por el avuguero y… claro, duele menos. ¿No? ¡Uy!! ¡Que listo el doctor José Diaz Epan! Bueno y tantos otros como el Doctor Antonio Tranqui Mazín, que hizo muy buenas migas con la petarda de Carmen Ordóñez. A todas horas se les veía juntos.
Los dos doctores no sabían que se harían ricos gracias a sus magistrales formulas para combatir la ansiedad, es cuestión de tomarte tantas pastillas como necesites, y los problemas los esquivas, pero hay que acordarse de que luego vuelven. ¡Cuidado!!!! ¡No te agaches!!!
Vamos a ver:
Si constantemente estamos andando encima de una cuerda, y a la vez haciendo malabarismo con los problemas, lo más seguro, es que nuestro mejor amigo sea el osito Tristón.
Entonces es cuando aparecen otros doctores como Dr. Prozac, o la Dra. Mirta Zapina, que su gran teoría es;
-Si no puedes ser tu mismo, no te preocupes, nadie te ayudará.
¡Otros flipados! Claro. Pero ellos te engañan creándote un mundo perfecto donde nada es lo que parece, te crean una nube virtual pero exageradamente perfecta.
Lo que tampoco sabían estos dos es que desde una nube por perfecta que sea siempre esta en lo alto y evidentemente a mas altura peor la hostia. Joder! ¿Tantos estudios y no lo ven? ¿O tal vez no quieran verlo?
Si hacemos una recapitulación estamos viendo que los problemas: Primero; Se evitan. Segundo: Se esquivan y Tercero se ignoran.
Una cosa saco en claro de todo esto. Primero; respiremos. Segundo: recapacitemos. Y tercero;

¡Tomate un buena taza de chocolate!

lunes, 11 de febrero de 2008

¿Todo es verdad?


Uno dice al día tantas mentiras como tías se ha follado James Bone. ¿O tal vez James Bone no se ha follado nada y todo es mentira?
Por la mañana cuando nuestro cerebro se activa a través del peor invento que el hombre ha creado en la faz de la tierra, o sea el despertador, ya nos mentimos a nosotros mismos:
- Va cinco minutos más, solo cinco más, entre las sabanas..

Pero ya sabemos que no son sólo cinco minutos.
Hubo uno que dijo: ¡Va! Un ratito más.
Y el tío nunca más se despertó. Dios lo castigó. Cuando llegó al infierno ‘el Todo Poderoso’ le dejó una nota que ponía; “Estas aquí por capullo y por cagarte en mí, todas las mañanas.” Y yo pensando que Díos no era vanidoso.

Después de haberte sobado un rato más de la cuenta te diriges al baño pensando que el día siguiente no te va a pasar lo mismo. ¡Mentira!!!
Lo ves, otra mentira.
Cuando empiezas a tomar consciencia suena el teléfono, y efectivamente es tu jefe. Entonces antes de descolgar, cantas y gritas en voz aguda para contrarrestar la voz de camionero que se te pone por la mañana.
La mejor mentira es abrir la ventana que da a la calle y hacer ver que estas en ella.
- Si dígame….(como si no supieras que es tu jefe),
-Si hola Jefe! Es que se me han caído las llaves del coche por la ranura del ascensor y acaba de venir el técnico justo para abrirme la puerta y acceder al hueco y así recuperar las llaves y llegar a tiempo…

El jefe que ha estado callado escuchando las tonterías le dice:

-¡Mira chaval! Tu ascensor debe tener un imán de cojones en el hueco, haber si te haces unas llaves de latón y te inventas otra excusa.
El jefe dijo excusa por no decir mentira, hay que estar muy seguro para afirmar que algo es mentira.
Aunque es igual, ese día le dices esa trola o excusa a tu jefe sabiendo que el a ti también te ha mentido.
Como aquel día laborable que paseaba por el centro buscando un bar para sentarme y tomar una caña y…. en una terraza vi a mi jefe y a su secretaria, cogiditos de la mano y dándose besitos. Claro yo no podía decirle nada, por la mañana ya le había mentido diciéndole con la voz pertinente de enfermo que me encontraba mal. La diferencia es; que pillé a mi jefe y él a mi no. ¿O tal vez el también me vió pero prefirió mentir para proteger otra mentira más grande?
Y la verdad es que 1 mentira tapa otra mentira, y a otra,..

viernes, 1 de febrero de 2008

El señor simpático

Esta mañana llego al banco para pagar cuidadosamente el puto IVA que cada tres meses hay que apojinar. Me siento en una de las dos sillas que quedaban libres y espero mi turno. En estas que llega un señor mayor con su mujer y como buen mozo que soy les pregunto mirando a la mujer; ¿Quieren sentarse? La mujer se escabulle y desaparece, cosa curiosa ya que su forma de andar me sugiere que una silla puede ser de su gran utilidad. El señor muy amable y con muchísima simpatía y con cara de haber pasado por esto mas de una vez me explica el porque de la escabulles de su mujer;-No te preocupes joven, es que a mi mujer lo que le pasa es que le duele la espalda y prefiere no sentarse, pero esta situación me pasa a menudo, en el metro o en autobús si voy con mi mujer y queda una asiento libre, casi prefiero no sentarme, por que casi siempre percibes una mirada o incluso un comentario de alguien que te dice; Pero señor deje sentar a su mujer! El señor se pone a reir. Ja!jajJaja!, se reincorpora y toma aire profundamente. - Ya tenemos una edad por que cuantos años dirías que tengo yo? Hombre yo diría… cuando iba a decirlo el señor con simpatía me dice; Ochenta. El señor me observa detenidamente haciendo un pequeño escáner de mi cara y me dice; -Aún me acuerdo cuando tenía veinticinco años, no te das cuenta y pasan los años. En su rostro estaba presente la nostalgia, llego a tales recuerdos que su presente por un momento se convirtió en su pasado, al cabo de unos instantes el señor volvió al presente y de una manera simpática me dijo; En esta vida hay que vivir minuto a minuto y a cada momento hay que exprimirle todo hasta llegar a sacar el jugo del aire. Mira! Aún me acuerdo cuando salíamos los fines de semana, por que una cosa te dijo, si un joven de tu edad viene el fin de semana y le apetece tomarse una pastilla, pues que lo haga. –Como? Dije en voz alta y con una transformación de mi cara. En ese momento se rompieron todos mis esquemas educacionales, me ha dicho pastillas? Me pregunte a mi mismo. Aunque por lo visto me entendió perfectamente, por que insistió. Si! Si! Una pastilla, por que los vicios con moderación son un aliciente para la vida. El señor se emociona, me coge la mano, me mira a los ojos y como volviendo otra vez al pasado me dice: Una de las cosas que me gustaban de mi juventud era salir con los amigos los sábados por la noche y tomarnos unas pastillas. Hostias el habado por la noche! Dije en voz alta. Mi cerebro se bloqueó y activó sus mecanismos de defensa y solo quise entender que salía el sábado por la noche, pero lo importante no era eso claro!. El señor insistió; -Si, si el sábado por la noche y hacia las cuatro de la mañana estábamos con unos ojos que parecimos búhos. Y se puso a reír con cara de adolescente y abriendo los ojos de una forma exagerada. Yo no lo entendía por que eran dos conceptos opuestos, por un lado, pastillas a lo que tengo entendido que en España llegaron por la autopista del bacalao en la salida Chasis, y por el otro lado un señor de ochenta años que me dice que se había tomado unas pastis cuando era joven. El señor al ver mi cara de sorpresa me dijo; -Si si, las comprábamos en las farmacias.
Me puse a reír de una manera descarada pero es que no era para menos, en esos momentos visualice a una farmacia tuneada y dentro al farmacéutico con las gafas del neng.
Le dije; Pero podían comprar pastillas en las farmacias? – Si, si se llamaban Simpatina y te ponían a cien. Me miro con cara de compenetración y me guiñó el ojo.
En esos momentos des del mostrador una voz de mujer grito; -El siguiente porfavor!
Y ese era mi turno.
Adiós señor Simpatino!