Esta fue la pregunta que le formulé a un amigo de la universidad de Oxford. John es un tipo de 33 años que estudio Ciencias de la Austeridad e hizo un doctorado sobre La Humildad y sus consecuencias. Actualmente es videcano de la Universidad Abierta Computada.
John y yo, tras habernos tomado dos copas de más y haber bailado Swing y Bee-Boop en el SmileDance, nos fuimos al Jazz&Pet y nos sentamos en una de las mesas que había libre. Nos sentíamos cómodos, ya que se podía hablar y a la vez escuchar buen jazz.
Al sentarnos automáticamente vino Edgard el camarero, y con mucha clase, amabilidad y discreción nos dejó dos cartas de bebidas. Miré con complicidad a John y sin abrir la carta le pedí dos San Franciscos. Buena elección dijo Edgar. Se fue y observé el local detenidamente. Cuantas veces habíamos estado allí? Y cuantas chicas distintas… Aquella puerta de los baños me sugería sexo, ahora solo me sugiere recuerdos de sexo. Al volver la mirada hacía John vi que también miraba hacia la puerta de los baños. El cabrón se puso a reír y me guiñó el ojo. Joder! Como pasan los años le dije. Con el dedo pulgar se apretó las gafas hacía sus entrecejos y apareció Edgar con los dos San Franciscos. Puso un posavasos con las iniciales de la casa para cada uno y nos sirvió las copas con una clase que ni el mismísimo Jorge Clooney.
Edgar era el mejor de los camareros de la ciudad.
-¿Sabes de que me acuerdo? Me dijo John.
–No. Le dije sonriendo.
-¿Te acuerdas de aquella chica morena que te volvió loco durante una noche?
-¿Cual de las morenas…? Mi mente era un hervidero de caras y cuerpos de mujeres.
-Yo no estaba, tú me lo contaste.
John por un momento parecía que no iba ebrio.
John: -Si, hombre si! La que solo te hizo una felación y según tu viste las estrellas y los ángeles y todo lo que nunca antes habías visto.
-Ah! Si! Si! Claro! John como no me voy acordar. Joder! Aquello fue lo mejor que me ha pasado en este local y tal vez en la vida. Que bueno! Yo no hice nada todo lo hizo ella con su gran boca. Fue mágico, ella no habló ni me miro a los ojos para nada, solo le hacía el boca a boca a mi otro cerebro.
Aquellos labios rojos. ¡Oh dios! Como me gustaría volver a verla entre mis piernas.
John: -Ahora si que te acuerdas, eh? Me lo contaste miles de veces. Que solo os mirasteis y con la mirada te indicó el baño y tu corazón se aceleró tanto que no lo dudaste ni un momento. Entraste detrás de ella, con unos 10 segundos de diferencia. Ella estaba en el tercer baño y por la puerta semiabierta sacaba su pierna, y movía su pie sensualmente.
Ella al escuchar tus pasos acercarse hacia el baño escondió su pierna.
Cuando llegaste abriste la puerta y ella estaba sentada en el lavabo te agarro por la cintura y asomo su cara hasta tu paquete. Te desabrochó el cinturón y los pantalones, te puso la mano dentro de los calzoncillos y te agarró tu gran miembro. Y se lo puso entre sus labios, ella no te dejaba que la agarrases por el cabello, cada vez que tus manos se acercaban a mi cabeza yo te las quitaba, pero tu insistías hasta que te hice un pequeño mordisco y lo entendiste por que te compensaba tener tus manos quietas apolladas en la pared.
Cuando te corriste me sentí la mujer más deseada de la tierra. Y tu el hombre más hombre del Jazz&Pet. ¿No?